Llevaba algún tiempo pensando en escribir un libro que analizase las motivaciones de la crueldad humana, no me bastaba un análisis distante, aséptico y descriptivo, quería ver más cerca lo más turbio del alma de un hombre. Fruto de ese deseo he escrito este librillo, que en formato PDF dejo para uso público bajo una licencia libre. En él un pretendido Ogro narra la manera de atrapar a las víctimas de su crueldad, como someterlas, adularlas y mantenerlas con vida todo el tiempo posible antes del golpe final. En un cuento de miedo pero tan real que en este mismo instante una legión de ogros rien y suspiran en nuestras ciudades, trabajos y hogares. No es una amenaza para tomarse a la ligera, algunos viven dentro de nosotros.
Salud.
Link al libro “MEMORIAS DEL OGRO” de IF.
“Este libro pretende ser una reflexión sobre la crueldad del hombre. El deseo de dominar a otros, renunciando a los naturales vínculos de fraternidad que unen a los hombres, en favor de la opresión, ha sido, hasta hoy, el sueño de algunos. Ni de todos, ni de muchos, solo de algunos. Esta raza ha sembrado la tiranía a su paso desde el inicio de los tiempos. Gengis Kan, A. Hitler, Dionisio, Artajerjes, G. W. Bush o Julio Cesar eran movidos por los mismos sueños que alientan al matón del colegio, al acosador del trabajo, al maltratador de su pareja… la voluntad de someter a otros hombres, la incapacidad de verlos como iguales. De ellos trata este libro, de esa raza de ogros que como hombres viven entre nosotros. Ríen, comen, hablan como nosotros pero no sienten nada; un viento helado sopla en el hueco que tienen por alma y a eso lo llaman sentir, como enormes escarabajos antropomorfos pululan nuestras calles, nuestras ciudades y nuestras vidas en definitiva. Pobres diablos que llevan el infierno en la yema de cada uno de sus dedos, y en cada una de sus palabras y lo extienden por doquier como un olor nauseabundo.
De ellos trata este libro, que es una advertencia, un cuento de terror con final feliz o un empujón a una puerta que se resiste a abrirse.”
Fragmento de “Memorias del Ogro”